Según cuentan nuestros abuelos que nuestro pueblo no se encontraba así sino en otro lugar. Nuestro pueblo se encontraba por la finca Santa Teresa, ese fue el lugar donde vivieron nuestros Tatarabuelos. Es por eso que en ese lugar existen algunas casas donde no vive ninguna persona, demás dicen que ese era nuestro mojón.
Las personas que allí vivían estaban felices, hasta que un día un león se empezó a comer a las personas. Uno por uno se los fue comiendo.
Cuando las personas se dieron cuenta de esto se asustaron y empezaron a encerrarse en sus casas apenas empezaba a oscurecer. Tenían mucho miedo.
Pero aunque las personas se encerraban y se escondían en sus casa, siempre había uno que desaparecía cada día, por eso se empezaron a armarse con palos y machetes.
Un día la gente decidió hacerle frente al león para que ya no comiera más personas y se armaron con palos, piedras y machetes para matarlo. Lo esperaron toda la noche en la calle.
Así estuvieron toda la noche esperando y el león no se les apareció, así que regresaron a sus casas. Al llegar a sus casas se dieron cuenta de que un niño había desaparecido. El león había sido más astuto que ellos y entró por otro lado.
Cada día era lo mismo: siempre desaparecían uno y las personas empezaron a terminarse en el pueblo. Un día se reunieron para ver qué hacían pues los que quedaban no querían morir y no querían que su pueblo se terminara.Cuando se reunieron todo el día pensando qué hacer y decidieron que era mejor venirse para acá a la orilla del lago, sólo que antes tendrían que hablar con los dueños de las tierras de las orillas del lago.
Entonces vámonos, dijeron y empezaron a guardar todas sus cosas; guardaron su ropa, sus instrumentos de trabajo, sus hijos, sus esposas y sus animales.
Al llegar a las orillas del lago, unas personas de aquí les informaron que estas tierras eran de los atitecos y que si querían vivir aquí tendrían que ir a pedirles a ellos.
Entonces los más ancianos se juntaron y fueron a ver a los atitecos para pedirles que por favor les regalaran un poco de sus tierras para poder vivir, cuando llegaron a Santiago Atitlán hablaron con los principales de allá para pedirle el favor. Fue que a los atitecos les dio lastima los que les había sucedido a ellos y les permitieron vivir en estas tierras.
También se les dijo que desde las orillas del lago para adentro ya era de los tuñecos y que si querían vivir aquí tendrían que pedírselos a ellos. Cuando fueron con los tuñecos para pedirles permiso de usar el lago para lavar y bañarse pero no se les fue permitido. Se entristecieron mucho porque las mujeres no tenían donde lavar la ropa y los hombres no podían bañarse.
Entonces nuestro patrón San Lucas fue a hablar con el Santo de Atitlán que es Santiago y se encuentra en la iglesia católica. Fue a pedirles que por favor él fuera a hablar con San Antonio, el patrón de los tuñecos, para pedirles permiso de poder usar el lago.
El patrón Santiago fue a hablar con San Antonio para pedirles que le regalara un poco de agua para nuestra gente: Regálale un poco de la orilla del lago para que lo utilicen, haceles ese gran favor a esas personas, dijo el patrón Santiago. No les quiero dar nada, contesto San Antonio.
Regálale un poco de la orilla del lago y yo te regalo mi caballo, dijo el patrón Santiago. Entonces si, les regalo un poco de la orilla del lago a condición de que me des tu caballo, contestó San Antonio.
Por eso es que cuando es la feria de Santiago, allá en San Antonio también lo celebran y sacan a pasear el caballo del Patrón Santiago, recordando lo que pasó en aquellos tiempos.
Es por eso que nosotros ahora tenemos nuestra orilla del lago. La cruz que se encuentra frente a la iglesia católica señala hasta donde llegaba la orilla del lago antes. También era el mojón de San Antonío, pero ya bajó mucho lago.
Alguno de los atitecos que saben nuestra historia, cuando están enojados por alguna cosa con nosotros, nos dicen: Desperdicios de comida de león. Nos dicen eso por lo que les pasó a nuestros antepasados.
Fuente: Pueblos y Santos del Lago Atitlán.
Las personas que allí vivían estaban felices, hasta que un día un león se empezó a comer a las personas. Uno por uno se los fue comiendo.
Cuando las personas se dieron cuenta de esto se asustaron y empezaron a encerrarse en sus casas apenas empezaba a oscurecer. Tenían mucho miedo.
Pero aunque las personas se encerraban y se escondían en sus casa, siempre había uno que desaparecía cada día, por eso se empezaron a armarse con palos y machetes.
Un día la gente decidió hacerle frente al león para que ya no comiera más personas y se armaron con palos, piedras y machetes para matarlo. Lo esperaron toda la noche en la calle.
Así estuvieron toda la noche esperando y el león no se les apareció, así que regresaron a sus casas. Al llegar a sus casas se dieron cuenta de que un niño había desaparecido. El león había sido más astuto que ellos y entró por otro lado.
Cada día era lo mismo: siempre desaparecían uno y las personas empezaron a terminarse en el pueblo. Un día se reunieron para ver qué hacían pues los que quedaban no querían morir y no querían que su pueblo se terminara.Cuando se reunieron todo el día pensando qué hacer y decidieron que era mejor venirse para acá a la orilla del lago, sólo que antes tendrían que hablar con los dueños de las tierras de las orillas del lago.
Entonces vámonos, dijeron y empezaron a guardar todas sus cosas; guardaron su ropa, sus instrumentos de trabajo, sus hijos, sus esposas y sus animales.
Al llegar a las orillas del lago, unas personas de aquí les informaron que estas tierras eran de los atitecos y que si querían vivir aquí tendrían que ir a pedirles a ellos.
Entonces los más ancianos se juntaron y fueron a ver a los atitecos para pedirles que por favor les regalaran un poco de sus tierras para poder vivir, cuando llegaron a Santiago Atitlán hablaron con los principales de allá para pedirle el favor. Fue que a los atitecos les dio lastima los que les había sucedido a ellos y les permitieron vivir en estas tierras.
También se les dijo que desde las orillas del lago para adentro ya era de los tuñecos y que si querían vivir aquí tendrían que pedírselos a ellos. Cuando fueron con los tuñecos para pedirles permiso de usar el lago para lavar y bañarse pero no se les fue permitido. Se entristecieron mucho porque las mujeres no tenían donde lavar la ropa y los hombres no podían bañarse.
Entonces nuestro patrón San Lucas fue a hablar con el Santo de Atitlán que es Santiago y se encuentra en la iglesia católica. Fue a pedirles que por favor él fuera a hablar con San Antonio, el patrón de los tuñecos, para pedirles permiso de poder usar el lago.
El patrón Santiago fue a hablar con San Antonio para pedirles que le regalara un poco de agua para nuestra gente: Regálale un poco de la orilla del lago para que lo utilicen, haceles ese gran favor a esas personas, dijo el patrón Santiago. No les quiero dar nada, contesto San Antonio.
Regálale un poco de la orilla del lago y yo te regalo mi caballo, dijo el patrón Santiago. Entonces si, les regalo un poco de la orilla del lago a condición de que me des tu caballo, contestó San Antonio.
Por eso es que cuando es la feria de Santiago, allá en San Antonio también lo celebran y sacan a pasear el caballo del Patrón Santiago, recordando lo que pasó en aquellos tiempos.
Es por eso que nosotros ahora tenemos nuestra orilla del lago. La cruz que se encuentra frente a la iglesia católica señala hasta donde llegaba la orilla del lago antes. También era el mojón de San Antonío, pero ya bajó mucho lago.
Alguno de los atitecos que saben nuestra historia, cuando están enojados por alguna cosa con nosotros, nos dicen: Desperdicios de comida de león. Nos dicen eso por lo que les pasó a nuestros antepasados.
Fuente: Pueblos y Santos del Lago Atitlán.
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